Porque el viaje dio para mucho más, porque fue una semana inolvidable, se merece una segunda entrada. Y esta vez se la dedico a Efrén que fue la parte más importante para que el viaje fuese tan especial.
Después de dos meses sin vernos por fin llegaba el día en el que nos volveríamos a encontrar. La verdad que la espera se hace dura a veces, pero también debo reconocer que los encuentros son mucho más bonitos. Y por casualidades de la vida, provocadas o no por nosotros, muchas de esas veces nos encontramos por ahí, perdidos por el mundo: un aeropuerto de Londres, el de Bratislava, la estación de tren de León o la de autobús de Vigo… En esta ocasión fue la estación de tren de Pau, Francia.
En Pau disfrutamos del comienzo del carnaval biarnés (que no biernés como escribí ayer), así sin esperarlo mientras hacíamos turisteo. Es un carnaval tradicional, nada que ver con el de Niza, pero cada uno tiene su encanto.
Al día siguiente arrancamos dirección Formigal. ¡Qué bonito es el paisaje de los Pirineos! Eso sí, ¡qué diferencia entre la parte francesa y la española! Y es que algún constructor se creyó toda España se iba a comprar un chalet en los Pirineos… en fin, pero no es de eso de lo que quiero hablar.
La semana de esquí fue maravillosa. Unos días tuvimos mejor tiempo que otros, mejor o peor visibilidad pero TODOS pudimos disfrutar un montón de la nieve. Y el último día disfrutamos además del curso gratis gracias a Nissan. (toma publicidad, a ver si lo ven y me regalan algo XD).
Procurábamos aprovechar las horas de esquí al máximo y por las tardes un poco de descanso y cocina. Esta vez de todas las recetas que nos inventamos os dejo la que más triunfó:
Ensalada dulce: canónigos, nueces, frutas en almíbar, cebolla caramelizada y para aliñar mermelada de melocotón. Para chuparse los dedos.
Y de esta no os dejo la receta, porque ya todos la sabéis pero ¡hicimos nuestra primera fabada! Eso nos dio mucha “energía” para esquiar al día siguiente. Vosotros ya me entendéis…
El último día dormimos en un pueblito llamado Argèles-Gazost y de ahí a Lourdes y otra vez a Pau, dónde había empezado la aventura. Y es que los viajes contigo, Efrén, siempre son felices, intensos y muy divertidos pero sobre todo todos tienen el fin marcado antes de empezar.
Otra despedida en la estación sin pañuelo blanco y con una gran sonrisa.
Gracias de nuevo por hacer que siempre sea tan especial.
Os dejo más fotos… que creo merecen la pena. Un beso a todos.
no todos los viajes tienen el final marcado baby... no todos.
ResponderEliminar1RC.
Cuando se es feliz ningún instante tiene desperdicio, nada es banal, todo es mágico. Por eso se termina con una gran sonrisa.
ResponderEliminarEstáis muy guapos, con una luz y una alegría que contagian.
A preparar el próximo
Un besín.
Carmen todos tus posts son una alegria para los ojos. Vital, divertida, inteligente, muy buena amiga de sus amig@s........porque me quedo corta con los adjetivos positivos que te caracterizan.
ResponderEliminarUn beso desde Paniceres.