sábado, 4 de enero de 2014

2014 empieza... entre libros


Como hago a menudo los sábados por la mañana, hoy me acerqué a la biblioteca de mi barrio. Vivo en Etterbeek, barrio donde el 22 de mayo de 1907 nació Hergé, el creador de las aventuras de Tintín, Milú, el capitan Haddock y todos los demás. Y por ello, esta biblioteca lleva el nombre del  conocido dibujante belga. Este edificio verde de dos plantas cuenta con una increíble sección de cómics, tanto para adultos como para los más peques.



Me gusta mucho ir a la biblioteca. Siempre me ha gustado. Me gustaba ir a estudiar a la biblioteca central del campus de Vigo cuando estaba en la universidad. Luego, en Oviedo, me aficioné a pasar horas en la bibliotecadel Fontán. Durante mi estancia en Arles, me hice socia de su Medithèque, situada en el Espace Van Gogh. El edifico que alberga este espacio de encuentros culturas fue el hospital de Arles desde el s.XVI y fue allí donde se hizo atender Van Gogh tras cortarse la oreja durante su discusión con Gaugin.

Ahora, en Bruselas, me gusta ir los sábados a la biblioteca Hergé. Y sólo los sábados por la mañana porque es el único momento en que mis horarios y los suyos coinciden.  Y parece que somos muchos a los que nos pasa lo mismo ya que entre las 11 y la 1 de los sábados  al biblioteca se llena de gente.


La mayor parte de estos ávidos lectores no levantan dos palmos del suelo. Y es que no sé si se debe a las historias de Asterix, Tintín, de los Pitufos o a las aventuras de Spiderman, Hulk y demás superhéroes, pero la biblioteca está siempre repleta de niños cargados de libros y cómics.
No es por tanto la biblioteca más silenciosa, pero si una de mis preferidas.

Hoy volví a casa con un cómic en francés, un libro en español,  la mítica novela de George Orwell, 1984, en versión original y la renovación anual de mi biblioteca favorita. Espero descubrir muchas aventuras en este 2014 que me acompañen en el metro, el tranvía, en los innumerables parques de esta ciudad y por supuesto en el sofá del salón.



¡Feliz año a todos! 

domingo, 2 de junio de 2013

Le printemps est arrivé

Tras años de incertidumbre he llegado a la conclusión de que mi estación del año preferida es la primavera.

Le primavera es como el principio de todo: las flores florecen, las golondrinas y otras aves regresan y nos despiertan cada mañana recordándonos que ya es primavera... Y en algunos lugares, sobre todo en ciertas latitudes, el sol también vuelve tras el largo invierno.

En Bruselas, además, la ciudad entera se transforma. Es como si los ciudadanos fueran osos que se pasan el invierno metidos en sus cuevas, ahorrando energía para cuando vengan los meses más calurosos.




De repente, las calles y las plazas se llenan de gente. Brotan terrazas con pequeñas mesas y sillas en cualquier rincón donde incida un rayo de sol. Y la ciudad se llena de luz y de color.

Los fines de semana acogen todo tipo de actividades: conciertos, exposiciones, mercadillos, festivales... desde que entra la primavera en esta ciudad está prohibido aburrirse. 
¡Y a mí eso me encanta! Así que he intentado ir a todos los saraos posibles y aquí os dejo una muestra de ello...

Los invernaderos reales. Los abren al público solo tres semanas al año (cosas de reyes...). Al menos, los abren cuando están floreciendo. La entrada vale 2,5 € y merece la pena... De hecho, yo fui dos veces. 




Fiesta del primero de mayo. No sólo por ser el día del trabajador, sino también porque ya es primavera, los belgas se echan a la calle el día 1 de mayo. Yo, junto con Efrén pude celebrarlo por la mañana en el pueblo de Vilvoorde, al que fuimos en barco por el río Senne (del que os hablaré próximamente) y por la tarde en Bruselas.




 


Iris fest. Un fin de semana en el que la ciudad celebra la fiesta de Europa y el Irisfest. Hay actividades y conciertos gratis por el centro de la ciudad. Tuvimos la oportunidad de ver al grupo Hooverphonic con una orquesta sinfónica delante del palacio real. ¡Una pasada!




Gay pride. El día del orgullo gay también quisimos participar y reivindicar el derecho de cada uno a elegir. Sobre todo en este momento en que una gran parte de los franceses se manifiestan en contra del matrimonio homosexual. 


20 Km de Bruselas. La carrera que todo bruxellois quiere correr al menos una vez en su vida. A Efrén le hicieron falta sólo 5 meses para cumplir el sueño. Yo lo dejo para otra vez. :-)




Festival Medieval de Etterbeek. Un viaje a la edad media ente caballeros, artesanos, músicos y demás. Para mi, uno de los más bonitos que he visto hasta ahora.





Espero que al igual que las bicicletas, los festivales y las terrazas, mis entradas de blog se multipliquen en esta bonita estación de año. Hasta pronto. 

sábado, 6 de abril de 2013

La liberté des uns s'arrête là où commence celle des autres

Desde hace tiempo, uno de mis temas de reflexión y de discusión preferidos es el de la identidad. Esa necesidad del ser humano de pertenecer a un lugar, a un grupo social, la necesidad de identificarse con sus "iguales", de compartir tradiciones y de sobre todo, diferenciarse de los demás. Como creo ya haber mencionado en este blog, yo me considero ciudadana del mundo, me identifico con unos y otros, y me diferencio de todos también. Por eso, ahora que me encuentro en Bélgica, un país que podríamos decir carece de "identidad nacional", quiero abordar este tema.

Para mí, una de las mayores bellezas de este mundo es la multiplicidad de culturas, de creencias, de tradiciones y de lenguas, y por tanto, todas deben ser respetadas. Desgraciadamente, estas diferencias han servido (y siguen sirviendo) como instrumento de lucha entre los diferentes pueblos.
Todos tenemos derecho a luchar por proteger nuestra cultura, a que las tradiciones y las lenguas no se conviertan en parte del pasado. Y todos, somos todos. Esta es a menudo la parte más difícil de entender ya que la liberté des uns s'arrête là où commence celle des autres.


Debemos aprender a convivir con nuestras diferencias. A priori, es lo que han hecho los belgas, o mejor dicho, los flamencos y los valones. Sin embargo, la realidad que te encuentras cuando empiezas a conocer este país es otra. Bélgica se divide en 3 regiones: Flandes, Valonia y Bruselas capital y son perfectamente diferenciables, no sólo por la lengua que se habla sino por sus tradiciones, su arquitectura, su forma de vida en general. (Otro día os hablaré de este tema).

A pesar de considerarme amante de las lenguas y estudiante de francés desde hace años, desconocía la realidad lingüística de este país. En Flandes, la lengua oficial es el neerlandés, mientras que en Valonia es el francés. Bruselas, la capital, es la única zona bilingüe del país. Además, en Bélgica existe una tercera lengua oficial, el alemán, que se habla sólo en una franja del sureste del país. El hecho de que no exista al menos una lengua común hace que muchos trámites se hagan difíciles y por tanto la brecha se hace mayor: los flamencos en Flandes y los valones en Valonia. Imaginaos la locura si tienes que mudarte a "la otra región"...

Esta división existía ya antes de nacer el estado belga en octubre de 1830, territorio que había sido objeto de conquistas e invasiones a largo de la historia, así como campo de batalla de otras naciones. Flamencos y valones aceptaron esta unión como forma de resistencia. Habían conseguido independizarse del Reino de los Países Bajos y rechazaban la idea de unirse a los franceses. Esta unión forzada no consiguió crear una identidad nacional. En 1859, después de 28 años de reinando, Leopoldo I, primer rey de los belgas, afirmaba que la Belgique n'a pas de nationalité, et vu le caractère de ses habitants, ne pourra jamais en avoir.

Puede que hubiesen conseguido una mayor unificación de estos dos pueblos de haber tratado ambas culturas por igual. Sin embargo, durante muchos años la cultura flamenca estuvo supeditada, sobre todo su lengua. La primera constitución belga se redactó en francés, ya que el flamenco se consideraba una lengua de segunda, del pueblo, como ha ocurrido con tantas otras. Por fin, en noviembre de 1898 una ley reconoce el neerlandés como lengua oficial del estado, y poco a poco irá abriéndose paso en las instituciones belgas. En 1915 se imparten las primeras clases en flamenco en la Universidad de Gante, que se volverá completamente nerlandofona en 1930.



En los años sesenta el Congo belga alcanzó la independencia. Durante muchos años, la colonia había servido de elemento unificador del pueblo belga y su independencia avivaba las ansias de autonomía de los flamencos. 

En 1961 se establece la frontera lingüística. Bélgica estaba formada claramente por dos pueblos, con una tradición y una historia distintas y que hablaban lenguas diferentes. Lo que evitó una ruptura que parecía inevitable fue la creación de un sistema federal.


Desde mi punto de vista de extranjera que vive en el país, Bruselas es la única razón que mantiene a Bélgica unida. Una capital estratégicamente bilingüe que ayuda a contener la separación. En caso de división, ¿quién se quedaría con Bruselas? Una ciudad capital de Europa, donde se hablan multitud de lenguas y no existe un identidad.

Cada uno es único en su especie, 
no hay motivo ni razón para que se desprecie,
 es el temor a la igualdad, ignorar lo diferente, 
nos separa una clase social permanente. 
(Versos del tema "El rap está contra el racismo").


jueves, 28 de febrero de 2013

Reciclando... ideas

Una de las cosas que me llamó la atención al llegar a Bruselas es que había bolsas de basura por todos lados. Lo primero que pensé es que los trabajadores del sector debían estar en huelga. Después reflexioné sobre el hecho de que no hubiese contenedores, solo para el vidrio. Lo de dejar la basura en la acera es algo que se hace en mi pueblo y que suele sorprender a muchos forasteros. Pues mira tú por dónde en Bruselas es igual. Las bolsas son de cuatro colores diferentes (blancas, verdes, amarillas y azules) y todas iguales.
No tardé mucho tiempo en descubrir el misterio de las bolsas, aunque me costó un poco más asimilar el sistema de recogida, ya que era muy diferente a todos los que he conocido hasta el momento. En Bruselas, la basura se saca dos días a la semana y las bolsas para reciclar otros dos. Es cierto que al principio resulta chocante ¿sólo dos días? Acostumbrados a Oviedo que tiene un sistema de recogida basuras tan ordenado y tan continuo...

La primera pregunta que te haces es: y con la calefacción, ¿no olerá mucho? Mis compañeros de trabajo me aseguraron que no y yo os lo confirmo. De hecho, a ellos les sorprendió que en España pase todos los días. Incluso una de mis compañeras hizo una observación muy interesante. Hacía un tiempo había pasado el verano en Madrid y le parecía muy molesto que todas las noches se despertara con el ruido del camión de la basura. Lo que no sabía mi compañera es que esto se debe a que hace millones de años (o más) la Tierra se formó a base de horrorosos cataclismos: los océanos embravecidos, arrasaban las costas, sepultaban las islas mientras cordilleras se venían abajo[...].  Para recordar este fenómeno, el Ayuntamiento envía todas las noches unos aparatos, denominados camiones de recogida de basuras, que reproducen bajo las ventanas de los ciudadanos aquel fragor telúrico ("Sin noticias de Gurb" de Eduardo Mendoza).

La segunda pregunta que te haces es: y si la bajo otro día la basura ¿qué pasa? Pues que está sancionado con una multa de unos 70 €. Y las ponen, porque ya me he encontrado con alguien que la ha "sufrido". Y también las ponen si no separas bien tus residuos, es decir, si reciclas "mal" (eso sí, siempre y cuando encuentren pruebas de que la bolsa es tuya, como recibos, facturas...).

Después ya te haces todo tipo de preguntas: ¿y cómo sé qué va en cada bolsa? ¿y dónde se compran las bolsas? (porque todo el mundo usa las mismas) ¿y con el vidrio, qué hago? Para todas estas preguntas y muchas más la respuesta es internet. Pues en Bruselas, o en Etterbeek (que es el barrio en el que vivo) como era de esperar se recicla de un modo distinto. Para alguien que ya ha vivido en otros países esto no resulta tan chocante ya que no es la primera vez que tengo que investigar cómo separar mis desechos. En cada sitio se recicla diferente y además el código de colores cambia.

Aquí es el siguiente:
Blanco: todos los residuos que no se pueden reciclar.
Verde: desechos del jardín.
Amarillo: papel y cartón.
Azul: envases de plástico y metal.
(Como podéis ver el amarillo y el azul están invertidos con respecto al sistema español)



El vidrio es otra historia. Hay contenedores en la calle y puntos de recogida en los supermercados. Los contenedores están divididos en: vidrio blanco (transparente) y de color (marrón y verde). En los puntos de recogida de los supermercados puedes devolver los botellines y latas de cerveza y te devuelven 0,10 € o 0,20 € (o el valor del envase) por cada uno, que puedes canjear en compras de ese supermercado. Esta es una práctica común en muchos países que fomenta la reutilización y que además nos ahorra que nos cobren el precio del envase. Al fin y al cabo nosotros sólo consumimos el liquido que lleva dentro.

Al principio, este sistema de recogidas parece incómodo y poco higiénico. Sin embargo, sí que tiene aspectos positivos. Al tener que dejar la "mierda" en casa, reflexionas sobre todos los desechos que generamos los seres humanos en una semana. No hace mucho tiempo formé parte del proyecto Tu Huella en el que intentábamos concienciar a la gente de la importancia de reducir y reutilizar nuestros residuos. Este hubiese sido un ejercicio interesante... (sobre todo porque la bolsa azul y la amarilla sólo la recogen una vez cada dos semanas: una semana el papel y otra los envases). Otro aspecto positivo es que necesitas un contenedor más grande y entonces el día que toca bajar la basura, la bolsa es lo suficientemente pesada para convencer a tu compañero (en mi caso Efrén) de que la baje él.

Cuando uno viaja y vive en otros países, se encuentra a menudo con este tipo de diferencias. Al fin y al cabo, cada comunidad, cada cultura se organiza de formas distintas. Hasta que no descubrimos otros países y culturas tendemos a ver el mundo sólo desde una perspectiva. Es lo que conocemos y por lo tanto es inevitable pensar que es la manera correcta y "normal" de hacer las cosas. Por eso, muchas veces cuando nos encontramos con realidades distintas reaccionamos con rechazo, con asombro: ¡qué raros son estos!,  por qué harán esto así en vez de asá, etc. A esta actitud de creer que lo propio, lo de tu cultura es lo más correcto y lo mejor se le conoce como etnocentrismo. Para mí, es un obstáculo que impide no sólo a las personas sino a muchos países, religiones y culturas avanzar y crecer. Lo opuesto al etnocentrismo sería el relativismo cultural, el hecho de comprender que existen múltiples realidades en el mundo, que no todos nos comportamos igual porque no percibimos las cosas del mismo modo ni nos regimos por los mismos parámetros morales y éticos. El relativismo cultural se alcanza no sólo cuando uno es consciente de esa variedad, sino cuando la acepta la validez y la riqueza de cada sistema cultural. Desafortunadamente, el ser humano suspende con frecuencia esta última parte del examen.
Es fácil respetar y entender un nuevo sistema de recogida de basuras. Otra historia muy distinta es comprender cómo piensan, sienten y actúan otras personas.

Esta entrada se la quiero dedicar a todos los compañeros (españoles y portugueses) que hicieron posible el proyecto Tu Huella/A tua pegada con los que no sólo pude reflexionar sobre reciclaje sino sobre otras muchas cosas más. Os envío a todos un fuerte abrazo desde Bruselas. 

domingo, 17 de febrero de 2013

Capítulo 2: Bruxelles


Año nuevo, vida nueva. Pues esta vez se ha hecho realidad. Cuidad nueva, casa nueva, trabajo nuevo... en 2013 empiezo una nueva etapa de mi vida y decido con ello retomar el blog que empecé hace unos años cuando me fui a vivir a Francia.

En esta ocasión el destino me ha traído a Bruselas, capital de Bélgica y para algunos capital europea ya que alberga la sede de la Unión Europea, la Comisión, el Parlamento e incluso de la OTAN. Existen muchas razones para venirse a vivir a una ciudad como esta. La mía se llama Leonardo Da Vinci y no es un pintor, ni un inventor sino una beca para realizar prácticas en el extranjero.
Recién llegados

Llegamos a Bruselas el 3 de enero, aún con purpurina en el pelo de la fiesta de fin de año. Y digo llegamos porque esta nueva etapa la empiezo acompañada de Efrén, mi pareja. Nos alojamos en los apartamentos Agenda durante cuatro días mientras nos dedicábamos a buscar un piso en el que instalarnos. En solo tres días estábamos firmando el contrato y nos daban las llaves de nuestro apartamento en el barrio de Etterbeek.  ¡Nunca creí que íbamos a conseguirlo tan rápido! La verdad que la suerte estuvo de nuestro lado. 




Lo mejor de encontrar rápido el alojamiento fue vernos de repente con un montón de tiempo libre para descubrir la ciudad. Como siempre que viajamos Efrén y yo juntos no faltaba una buena guía en nuestra maleta. En esta ocasión cargamos con nada más y nada menos que tres guías, cada una con una visión distinta de la ciudad.


Primero, hicimos la ruta turística: visitar el Atomium, el Manneken Pis, la Grand Place, tomar una cerveza en el Delirium Bar y comer las patatas fritas de la Maison Antoine en la place Jourdan. Después, aprovechamos el final del periodo navideño para darnos una vuelta por el mercado de Navidad y mientras intentaba convencer a Efrén de lo bueno que está el vino caliente (a mi me chifla) encontramos un concierto muy divertido. 

Atominum


              Fue entonces cuando sentí que la ciudad nos decía...





miércoles, 6 de abril de 2011

Arles sensorial

Va vestida de color lavanda y verde primaveral. Es acariciada suavemente por el viento mistral y lleva el sonido de los pájaros por banda sonora. Me gustaría escribir que, como dice Melendi en la canción que les puse a mis alumnos esta mañana, huele a aire de primavera. Sin embargo lo cierto es que hoy Arles olía a la papelera que está entre Arles y Aviñón. Una no puede ser más poética y es que escribo lo que siento.

La luz del sol casi ciega los ojos que se asombran al ver nevar. Y es que aquí en primavera nieva polen. Una imagen que no pude captar con la cámara pero si con la retina. Polen, mosquitos y mariposas de muchísimos colores.


Colores en los árboles, las casas, el cielo al atardecer, en los puestos del mercado y sobre todo en las flores. Amarillas, violetas, rosas, blancas…


¡Me encanta la primavera en Arles!



miércoles, 30 de marzo de 2011

La primavera llegó y se trajo el verano con ella

El tiempo pasa volando o eso dicen. Yo no sé si volando, nadando, caminando… pero la verdad es que aparentemente pasa deprisa. Aquí en Arles pasa tan deprisa que la semana pasada empezó la primavera y ya estamos en verano. Marina ya se ha puesto las sandalias; Miguel, los pantalones cortos, y ya nadie lleva abrigo.

Claro que aquí todos encantados de que haga este tiempo, así podemos aprovechar del mesecito que nos queda. Yo, para no perder ni un rayo de sol, salgo todos los días a dar paseos cerca del Ródano y a sentarme en alguna terraza acompañada de unos u otros.

Pero no sólo el sol y el calor han marcado la llegada de este madrugador verano sino también los cientos de turistas que llenan las calles de Arles. Viajes de estudios de jóvenes españoles, italianos…; parejas de franceses sexagenarios con cámaras de fotos digitales; algún que otro catalán… y como no, los asiáticos (japoneses y coreanos principalmente) con sus guías Lonely Planet sacando fotos a cualquier rincón. Sin embargo, tengo la sensación que éste último grupo de turistas nunca ha dejado la ciudad.

Y puede que el tiempo pase volando pero una se sigue sintiendo como una niña muchas veces. Y es que con la emoción de la primavera o yo que se qué, me caí y me abrí la barbilla, al más puro estilo infantil. Y ahora traigo cinco puntos y creo que hasta me gusta un poco. Así Arles va quedar siempre grabada en mi piel.

Fotos de las cosas que he estado haciendo últimamente:

Fanfarre au marché


Best photo ever







Tajin chez Vero and St. Patrick's Day