No tardé mucho tiempo en descubrir el misterio de las
bolsas, aunque me costó un poco más asimilar el sistema de recogida, ya que era
muy diferente a todos los que he conocido hasta el momento. En Bruselas, la
basura se saca dos días a la semana y las bolsas para reciclar otros dos. Es
cierto que al principio resulta chocante ¿sólo dos días? Acostumbrados a Oviedo
que tiene un sistema de recogida basuras tan ordenado y tan continuo...
La primera pregunta que te haces es: y con la calefacción,
¿no olerá mucho? Mis compañeros de trabajo me aseguraron que no y yo os lo
confirmo. De hecho, a ellos les sorprendió que en España pase todos los días.
Incluso una de mis compañeras hizo una observación muy interesante. Hacía un
tiempo había pasado el verano en Madrid y le parecía muy molesto que todas las
noches se despertara con el ruido del camión de la basura. Lo que no sabía mi
compañera es que esto se debe a que hace millones de años (o más) la
Tierra se formó a base de horrorosos cataclismos: los océanos embravecidos,
arrasaban las costas, sepultaban las islas mientras cordilleras se venían abajo[...]. Para recordar este fenómeno, el Ayuntamiento
envía todas las noches unos aparatos, denominados camiones de recogida de
basuras, que reproducen bajo las ventanas de los ciudadanos aquel fragor
telúrico ("Sin noticias de Gurb" de Eduardo Mendoza).
La segunda pregunta que te haces es: y si la bajo otro día la
basura ¿qué pasa? Pues que está sancionado con una multa de unos 70 €. Y las
ponen, porque ya me he encontrado con alguien que la ha "sufrido". Y
también las ponen si no separas bien tus residuos, es decir, si reciclas
"mal" (eso sí, siempre y cuando encuentren pruebas de que la bolsa es
tuya, como recibos, facturas...).
Después ya te haces todo tipo de preguntas: ¿y cómo sé qué
va en cada bolsa? ¿y dónde se compran las bolsas? (porque todo el mundo usa las
mismas) ¿y con el vidrio, qué hago? Para todas estas preguntas y muchas más la
respuesta es internet. Pues en Bruselas, o en Etterbeek (que es el barrio en el
que vivo) como era de esperar se recicla de un modo distinto. Para alguien que
ya ha vivido en otros países esto no resulta tan chocante ya que no es la
primera vez que tengo que investigar cómo separar mis desechos. En cada sitio
se recicla diferente y además el código de colores cambia.
Aquí es el siguiente:
Blanco: todos los residuos que no se pueden reciclar.
Verde: desechos del jardín.
Amarillo: papel y cartón.
Azul: envases de plástico y metal.
(Como podéis ver el amarillo y el azul están invertidos con
respecto al sistema español)
El vidrio es otra historia. Hay contenedores en la calle y
puntos de recogida en los supermercados. Los contenedores están divididos en:
vidrio blanco (transparente) y de color (marrón y verde). En los puntos de
recogida de los supermercados puedes devolver los botellines y latas de cerveza
y te devuelven 0,10 € o 0,20 € (o el valor del envase) por cada uno, que puedes
canjear en compras de ese supermercado. Esta es una práctica común en muchos
países que fomenta la reutilización y que además nos ahorra que nos cobren el
precio del envase. Al fin y al cabo nosotros sólo consumimos el liquido que
lleva dentro.
Al principio, este sistema de recogidas parece incómodo y
poco higiénico. Sin embargo, sí que tiene aspectos positivos. Al tener que
dejar la "mierda" en casa, reflexionas sobre todos los desechos que
generamos los seres humanos en una semana. No hace mucho tiempo formé parte del
proyecto Tu Huella en el que
intentábamos concienciar a la gente de la importancia de reducir y reutilizar
nuestros residuos. Este hubiese sido un ejercicio interesante... (sobre todo
porque la bolsa azul y la amarilla sólo la recogen una vez cada dos semanas:
una semana el papel y otra los envases). Otro aspecto positivo es que necesitas
un contenedor más grande y entonces el día que toca bajar la basura, la bolsa
es lo suficientemente pesada para convencer a tu compañero (en mi caso Efrén)
de que la baje él.
Cuando uno viaja y vive en otros países, se encuentra a
menudo con este tipo de diferencias. Al fin y al cabo, cada comunidad, cada
cultura se organiza de formas distintas. Hasta que no descubrimos otros países
y culturas tendemos a ver el mundo sólo desde una perspectiva. Es lo que
conocemos y por lo tanto es inevitable pensar que es la manera correcta y
"normal" de hacer las cosas. Por eso, muchas veces cuando nos
encontramos con realidades distintas reaccionamos con rechazo, con asombro:
¡qué raros son estos!, por qué harán
esto así en vez de asá, etc. A esta actitud de creer que lo propio, lo de tu
cultura es lo más correcto y lo mejor se le conoce como etnocentrismo. Para mí,
es un obstáculo que impide no sólo a las personas sino a muchos países,
religiones y culturas avanzar y crecer. Lo opuesto al etnocentrismo sería el
relativismo cultural, el hecho de comprender que existen múltiples realidades
en el mundo, que no todos nos comportamos igual porque no percibimos las cosas
del mismo modo ni nos regimos por los mismos parámetros morales y éticos. El
relativismo cultural se alcanza no sólo cuando uno es consciente de esa
variedad, sino cuando la acepta la validez y la riqueza de cada sistema
cultural. Desafortunadamente, el ser humano suspende con frecuencia esta última
parte del examen.
Es fácil respetar y entender un nuevo sistema de recogida de
basuras. Otra historia muy distinta es comprender cómo piensan, sienten y
actúan otras personas.
Esta entrada se la quiero dedicar a todos los compañeros
(españoles y portugueses) que hicieron posible el proyecto Tu Huella/A tua pegada con los que no sólo pude reflexionar sobre reciclaje sino sobre otras
muchas cosas más. Os envío a todos un fuerte abrazo desde Bruselas.
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